Miles de personas pueden manifestarse pacíficamente por Barcelona sin policías y sin que se registren incidentes, demostrando que pueden organizarse por sí mismos y plantear alternativas

Àngel Ferrero
| Sin Permiso


En algún lugar, Bertolt Brecht recomienda como método de distanciación preguntarse por las cuestiones con la mayor ingenuidad -ingenuidad, no bobaliconería- posible. En la última semana, muchos de nosotros nos hemos hecho una pregunta muy simple: ¿Para qué sirve una policía como los Mossos d’esquadra? Los estudiantes que protestan contra Bolonia en Barcelona nos han dado una lección inmejorable como respuesta a esta pregunta.

La policía autonómica catalana había preparado con todo detalle la confrontación: sus responsables políticos calificaron la manifestación de “alto riesgo”, los servicios de información habían alertado de la presencia de “sectores radicales y violentos” que podrían buscar “el enfrentamiento directo” con los Mossos; amenazaron a los estudiantes de que serían responsables de “cualquier cosa que pasase”; movilizaron a prácticamente todos los agentes de la Brigada Móvil; cortaron el acceso a las Ramblas y Portal de l'Àngel con vallas metálicas (1) y alquilaron todas las habitaciones del Hotel Monegal que dan a las Ramblas y a la calle Pelai para impedir la cobertura informativa y actuar con mayor impunidad (2). Naturalmente, lo que pretendían era conducir a los estudiantes a una trampa y convertir la zona en un Tlatelolco sin bajas mortales para deslegitimar al día siguiente al movimiento estudiantil. El ambiente era tenso. Tras unos momentos de confusión en Plaça Universitat, donde tuvo lugar la concentración, vi a escasos metros cómo un estudiante (que al día siguiente apareció en todos los medios de comunicación) con un megáfono nos informaba: «los políticos quieren que vayamos por allí [Pelai hacia Ramblas], así que nosotros iremos hacia allá [en dirección contraria]: ¡No vamos a darles el circo mediático que quieren!» Y así, los estudiantes, con esta decisión, dieron inteligentemente la espalda a este teatro de operaciones represor y dejaron a los doscientos policías con sus cascos, escudos y porras con un palmo de narices desplegados en unas Ramblas completamente vacías y en el hotel Monegal (donde esperaban contemplar otra caza de estudiantes, pero en esta ocasión desde los primeros palcos), junto a los mass media ávidos de circo (y acaso de pan), cabe suponer que mirándose unos a otros con absoluta estupefacción. Mientras tanto, los medios de comunicación comme il faut siguieron a más de 10.000 estudiantes, profesores y trabajadores que se solidarizaron con ellos por las calles del Eixample de Barcelona -algunos vecinos también salieron a los balcones de sus casas durante el recorrido para mostrar su apoyo a los estudiantes- hasta llegar al barrio de Sants, donde la asamblea del barrio dio la bienvenida a la manifestación con fuegos artificiales y se unió a ella. Después se leyeron tres comunicados en la Plaça de Osca. Incluso participó un miembro del andaluz Sindicato de Obreros del Campo, en solidaridad con los estudiantes. Durante toda la semana se han recibido muestras de apoyo de estudiantes de Madrid, Zaragoza, Valencia y Alicante. Dídac Ramírez pretendía dar la puntilla al movimiento estudiantil con el desalojo de la Universidad de Barcelona; parece que lo único que ha conseguido es infundirle nuevas energías y conectarlo con otras luchas.

Más de 5.000 personas -cifras oficiales de las autoridades urbanas, aunque El Periódico de Catalunya habló de 10.000- pueden manifestarse por las calles de Barcelona con una práctica ausencia policial y sin que se registren incidentes, gracias a una eficaz organización del propio movimiento. ¡En verdad hay que quitarse el sombrero ante la astucia y el tesón de estos estudiantes, que no se han arrugado ante el acoso policial y mediático! Han dejado en evidencia a una clase política catalana imprudentemente distanciada de una ciudadanía que está demostrando ser políticamente más madura que ellos (3), a los Mossos d'esquadra y sus groseras manipulaciones (4) y a unos medios de comunicación que, mediocres y provincianos –ni se ha enterado, por lo visto, de que en el país vecino, Francia, casi dos terceras partes de la universidades están en huelga desde hace meses—, prácticamente criminalizaron por activa y por pasiva al movimiento estudiantil. Fantasearon sin rubor sobre “minorías violentas”, “grupos antisistema organizados”, y aun de una suerte de hidra internacional que tenía por objetivo sembrar el caos y la anarquía por doquiera. Como para justificar ex post la brutalidad policial del pasado 18 de marzo: “en el fondo, se lo estaban buscando”. Por boca de algunos pretendidos picos de oro del agitado corral mediático pudimos oír que la comparación de los azules con los grises era injusta. Y los hechos les han dado la razón: la actuación de los Mossos -la brutalidad policial, la manipulación de pruebas, el intento de poner trabas a la transparencia informativa de su actuación ocupando las habitaciones del hotel Monegal- hace que su actuación sea manifiestamente peor que la de los grises, pues éstos eran la policía de una dictadura y aquéllos, se supone, las de un régimen con libertades políticas. Si se sigue esta dinámica, los métodos legales de protesta quedarán pronto tan limitados, que serán inofensivos. El discurso contra los estudiantes, que no tardó en generalizarse y tornarse netamente demofóbico, hizo primero aguas, y el jueves se vino a pique. Este jueves vimos las famosas banderas -rojas, negras, rojinegras e independentistas-, y ningún problema. No hubo periodistas ni transeúntes agredidos. Se ha demostrado con creces que el pasado miércoles se registró efectivamente la presencia de alborotadores en la manifestación de las ocho de la tarde: para más señas, iban armados y de uniforme azul. A quienes han pretendido criticar la marcha no les ha quedado otro remedio que aferrarse a un clavo ardiendo: Assumpta Escarp, concejala de seguridad del ayuntamiento de Barcelona, tachó el cambio de recorrido de “inaceptable” (5).

Después de la manifestación del 18 de marzo se nos dijo que los estudiantes -y también los trabajadores que se solidarizaron con ellos- eran el problema, y la clase política y la policía, la solución. Después de la manifestación del 26 de marzo hemos comprobado que la clase política y la policía pueden ser un problema, y los estudiantes -y los trabajadores que se solidarizaron con ellos-, una solución.

NOTAS:(1) “Els Mossos comencen a blindar la Rambla”, Avui, 26 de marzo de 2009, <http://www.avui.cat/article/tec_ciencia/57041/la/manifestacio/destudiants/canvia/recorregut/arriba/fins/la/placa/dosca/sants.html>. Mencionemos aquí de paso que la burguesía barcelonesa también posee su folklore particular, en el cual un tema recurrente es el de una turbamulta procedente del antiguo Barrio Chino que demanda justicia social social y termina enfrentándose abiertamente a las fuerzas del orden en las Ramblas ante la atónita mirada de paseantes y turistas. (2) “Els Mossos ocupen les habitacions d'un hotel de les Rambles per evitar que es pugui gravar la manifestació”, Avui, 26 de marzo de 2009, <http://www.avui.cat/article/tec_ciencia/57087/la/manifestacio/canvia/recorregut/arriba/fins/la/placa/dosca/sants.html> (3) Lo que podría llevar a una “argentinización” de la política catalana, como está ocurriendo en otras naciones europeas. Naomi Klein, “¡Que se vayan todos!”, 8 de febrero de 2009, <http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2344 > (4) “El fotoperiodista agredit desmenteix els Mossos, que s'autoexculpen”, Avui, 24 de marzo de 2009, <http://www.avui.cat/article/tec_ciencia/56846/linforme/medic/confirma/nen/anys/va/rebre/cop/la/barbeta/durant/la/manifestacio/antibolonya.html>; “L'informe mèdic confirma que el nen de 10 anys va rebre un cop a la barbera”, Avui, 25 de marzo de 2009; “El martillo de los Mossos”, Público, 25 de marzo de 2009, <http://blogs.publico.es/mesadeluz/648/el-martillo-de-los-Mossos> (5) “Assumpta Escarp diu que variar el recorregut d’una manifestación és inacceptable”, Avui, 27 de marzo de 2009, <http://www.avui.cat/article/tec_ciencia/57106/assumpta/escarp/diu/variar/recorregut/duna/manifestacio/es/inacceptable.html>

Àngel Ferrero es licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad Autónoma de Barcelona. Actualmente realiza el doctorado en esa misma universidad y escribe artículos de crítica cultural en la revista SINPERMISO.

leído en Kaosenlared

1 comentarios:

Anónimo dijo...

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