En muchas ocasiones, alimentos que sólo presentan pequeños defectos en el envase o que están próximos a su fecha de caducidad, pero en perfectas condiciones para ser consumidos, acaban en el vertedero. Esta realidad, que seguro muchos guipuzcoanos han vivido alguna vez en su propio hogar -¿cuánta comida se tira siendo aún consumible siguiendo la batuta del «por si acaso»?- adquiere grandes dimensiones si se observa desde una perspectiva del comercio territorial. Y representa un despilfarro, un serio problema ambiental y una falta de sensibilidad social hacia las personas y colectivos más desprotegidos.
Por estos motivos el departamento de Desarrollo Sostenible ha incluido en su Programa de Prevención un proyecto para hacer posible que estos alimentos lleguen a quienes los necesitan y, además, se reduzcan los vertidos de alimentos (que preocupan, y mucho, dada su descomposición).
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